sábado, 1 de enero de 2011

LOS BIENES Y LOS MALES. LOS BUENOS Y LOS MALOS Por Orlando Barone de Luis Bejarano

LOS BIENES Y LOS MALES. LOS BUENOS Y LOS MALOS Por Orlando Barone

En la línea divisoria entre el Año Viejo y el Año Nuevo bebés recién nacidos y ancianos longevos de hasta más de cien años, estarán involucrados en el brindis. Unos desde el umbral de bienvenida; otros desde el andén de la partida. Así al pasar, digo que Ernesto Sabato ya está viviendo su año centenario. Y la Argentina ha entrado en el primer resplandor de su “tricentenario”. No parece probable que en el 2011 haya contemporáneos de hoy para contarlo. Es un trillado recurso del relato mediático -cuando el afán de relatar desafía el raciocinio o la lógica- calificar a la realidad como réplica del surrealismo o del teatro del absurdo. Queda cómodo y evita hacer pensar al que relata. Cualquiera sea, absurdo o surrealista, lo cierto es que entre aquellos extremos etáreos todos estamos incluidos. Desde “La Mole” Moli , un boxeador de cuerpo de luchador de zumo, que paradójicamente se consagró en Bailando por un sueño, hasta Héctor Magnetto, que ganó el premio Adepa a la libertad de prensa no sólo sin ejercer el periodismo sino con un currículum cuyo mérito se basó en reconocer y auspiciar la dictadura. En el mismo género, ya masificado, compiten el cachetazo de Graciela Camaño al impasible Kunkel; el activismo opositor de Pino Solanas y Proyecto Sur, superior al de la ya abatida Mesa de Desenlace; y el asustadizo berrinche de periodistas como Leuco y Morales Solá, aterrorizados por la ilusión de ser perseguidos por Gran Hermano. La letra K continúa hegemonizando el abecedario extendiendo su resonancia a la letra C por obvias razones de transferencia. La palabra “caos”, en cambio, cada día vaciada más de significado, sirve para todo: desde un tsunami o terremoto hasta un paro de subtes. No habría que desestimar la idea de disminuir caos a “caosito”, para usar el diminutivo en casos mínimos como una rebelión de los alumnos de un jardín de infantes o un boicot de los monaguillos. La vuvuzela, el pulpo Paul vivo y después muerto entretuvieron al público del mercado. Nos atravesaron frustraciones e infortunios: las Abuelas de Plaza de Mayo no obtuvieron el Premio Nobel; la Selección de fútbol se quedó en la mitad del escalamiento; algunos enfrentamientos populares causaron víctimas que la actitud pacífica del Estado no merecía. Pero qué magnífico esplendor argentino el del Bicentenario y qué militancia de duelo y de energía juvenil la del funeral de Néstor Kirchner. Entre tantas encrucijadas a que se vio desafiada Cristina en estos tres años de Gobierno -el complot sojero; la deslealtad del vicepresidente de textura pringosa; el oposicionismo de los grupos mediáticos; la caída en los comicios legislativos, etcétera- está la de quedarse viuda. Se puede discutir al cohete en las salas de espera la demasía prolongada del negro en su vestuario; si lo que vale es la voluntad y transparencia exponencial que la revitalizan. Es ella y su circunstancia, pero es ella. La ciudad autónoma de Buenos Aires, tan arrogante y autosuficiente, al final rogó por ayuda federal no sin apretar los labios de vergüenza. La xenofobia de fácil reactivación en zonas del pensamiento ignorantes o ingratas, tuvo su reciente momento de vergüenza vecinal, política y mediática. Es curioso: la nueva situación civil igualitaria de las parejas homosexuales consiguió desplazar el anterior prejuicio. En ese sentido, los gays ganaron aquí la batalla de la discriminación con más facilidad que los bolivianos y que los cabecitas negras de prejuicios más solapados pero vivos. La “Colisión Incívica” y la jefa de la manada le ladran exaltados a la Luna justamente en el eclipse, creyendo que se trata del fin de la Argentina. Pero no. Tampoco es el fin de la oposición “A”, pero sí de la oposición basada en la mentira. La oposición tendrá que autenticarse aun en la conspiración o la asociación poco lícita. Como ya lo hiciera Ricardo Alfonsín (h) compartiendo sonriente con Magnetto la mesa de ADEPA. Por ahí, más atrás, no extrañó verlo a Jorge Fontevecchia, pero sí a Norma Morandini cuyo traslado ideológico se ha visto acentuado. La autenticación política es un avance. Aparte de haber sido éste el año de Tinelli (ya a estas alturas un aporte genético imposible de no dar por incorporado al ADN nacional) y de haber sido el año donde Mirtha Legrand se quedó atada a su pasado que había estado borrando con ayuda de la audiencia, éste es el año de los Derechos Humanos. Los juicios y condenas a los torturadores y genocidas hacen recobrar la confianza en una parte de la Justicia. Hay otra parte más aceitosa y atávica que dificulta la aplicación de la Ley de Medios. O la esperada prueba que determine la identidad de los hijos adoptados de Herrera Noble. Papel Prensa es una escala máxima cuyas primeras sombras recién van saliendo a la luz sin todavía grandes consecuencias. Eso sí: desafortunadamente -todo infortunio se siente- no fue el año exitoso de Jorge Lanata. Más sagaz, más estratégica, Beatriz Sarlo no se quedó en el desnaturalizado “no lugar” en el que pretenden parapetarse algunos periodistas consagrados por su dependencia del ego. Sarlo se corrió un poquito -a ella más no le era necesario- y se plantó en el lugar del diario La Nación donde, al menos de refilón, recibe los tardíos efluvios de Victoria Ocampo. En otra posición, sin plantearse el riesgo de ser desechado del cánon de la elite, José Pablo Feimann se destaca como el mayor peso intelectual del año. Es un milagro cuanto piensa y escribe. Porque se ensucia y a la vez se purifica en textos incomparables. Parece un paradigma actual del Renacimiento. Con menos autorreferencias ganaría mucho. Es cuestión de gustos. En tanto otros dos intelectuales -Terragno y Aguinis- se condenaron a ser fracasados augures ya que escribieron sendos artículos objetando a la Presidenta por no seguir el ejemplo político y económico de Irlanda. La pifiaron. Como se sabe en Irlanda se vino todo abajo. Una línea a favor del programa 6,7,8, creación de Pensado Para Televisión. Definió pública y frontalmente la situación del periodismo ante la sociedad. No se sabe cuál va a ser la consecuencia en el futuro. Tampoco si va a seguir habiendo periodistas. Al menos, a la usanza conocida, ya no. La consecuencia todavía en proceso es haber desactivado un desventajoso contrato de buena fe de los ciudadanos consumidores de noticias con los medios; éstos ahora despojados de aquella fe que traicionaron están desorientados y culposos. 6,7,8 ya es una construcción colectiva. Los periodistas profesionales deberán atender y entender una nueva consigna: “Todos somos periodistas”. WikiLeaks convirtió en periodistas hasta a los embajadores y a los soplones, y hay más ejerciendo en Twitter y en los blogs que en las editoriales y redacciones. Eduardo Duhalde, el Padrino ineficiente, no quería perderse el año sin dar señales de muerte. “A los que quieren a Videla y a los que no lo quieren” se derrite con la nostalgia de otorgar un indulto. Las condenas a Videla y a Menéndez debiera quitarle las malas esperanzas. Duhalde da la impresión de un político arcaico cuya tenebrosidad causa algunos atropellos ya en declive, desproporcionalmente magnificados por los medios. Que lo tienen en sus fines. En fin, voy a brindar con deseos y prudencia. Con sidra de tapón de alto riesgo de sacar ojos o con champán caro de marca. Pero nada de tirar militantes K al techo. A lo mejor va a ser cierto ese cuento de que la temporada de verano será abigarrada y próspera. Por suerte Nilda Garré asegura la seguridad contra la derecha y la izquierda brutas y sus respectivos intrigantes. No sea cosa que a los ocupadores bolivianos- que desconocen el mar- se les ocurra invadir la Bristol y Playa Grande y usar como viviendas las carpas y sombrillas. El que se metió a los intrigantes en el culo fue el año 2010. El año 2011 se los va a meter en la primera vuelta.